La degeneración radical de las cajas de ahorros ha agotado su modelo
Los hechos confirman las tésis de ADICAE: hace mucho tiempo que no son “entidades sociales”
La caída de las Cajas de Ahorros no es ninguna sorpresa. Su crecimiento anormal, al acalor de negocios dudosos y gestionados por intereses espurios, así como su acceso a mercados financieros del circuito global, que han puesto en juego los ahorros de sus depositantes, ha supuesto la ruptura de un modelo que agonizaba desde hace años. El desplome del sistema financiero y su propia irresponsabilidad han dejado en muchos balances un lastre que traerá caídas y fusiones en el sector. Mientras, los consumidores seguimos sin contar con verdaderas entidades financieras sociales.
Las Cajas de Ahorros son las entidades financieras que más se implicaron en la burbuja inmobiliaria. En 2007 fueron las que más crédito dieron al sector de la construcción (47,84%, ante el 42,61% de los bancos). Por eso sus balances han ido desluciendo según iban cayendo inmobiliarias. Martinsa-Fadesa, Tremon, Habitat... Detrás de cada concurso de acreedores de una empresa vinculada con el ladrillo aparecían una serie de cajas prestatarias que habían financiado los proyectos urbanísticos en cuestión. Ahora muchas de estas constructoras han quebrado dejando a los consumidores con la incertidumbre de su ahorro y su vivienda.
De poco habrá servido construir casas al ritmo que se ha hecho sin mejorar la capacidad adquisitiva de los consumidores. Es ahí donde las cajas han visto el segundo filón de negocio: dar créditos hipotecarios. En 2007, el año cumbre del “boom”, se dió crédito a los hogares por valor de 444.805 millones de euros, un 12,9% más que en 2006; de los cuales, 349.540 eran para la compra de una vivienda (un 14,3% más que un año antes).
Después de sus excesos, se encuentran con el problema de la morosidad, un síntoma del nivel de endeudamiento al que han sometido a los consumidores por su afan de benficio. Miles de hipotecados no pueden pagar las abusivas condiciones financieras impuestas (verdaderamente antisociales).
Según los últimos datos publicados en mayo de este año, la media de morosidad en las Cajas llegó hasta el 4,63% (la de los Bancos era del 3,17%). Lo más preocupante es el la tasa media de cobertura -relación entre los depósitos que tienen y los créditos concedidos- se situaba en tan sólo un 53,8% (más débil que la de los Bancos, con un 73,7% de media).
Las cajas, máximos responsables de la burbuja inmobiliaria
La concesión de crédito ha estado respaldada por la vivienda de los consumidores, que hace de garantía. En la época de la “burbuja inmobiliaria” bancos y cajas cayeron en el error de que el valor de los inmuebles seguiría subiendo hasta el infinito. Así, las sociedades tasadoras -muchas de ellas propiedad de las Cajas- , sobrevaloraron de forma artificial el valor de los inmuebles, hasta alcanzar los precios desorbitados del periodo 2007 y 2008.
Según se iban vendiendo pisos, la capacidad de compra de los consumidores disminuía, en buena parte porque las condiciones impuestas en los contratos de los préstamos hipotecarios eran muy gravosas para el consumidor, y porque la capacidad de endeudamiento de los hogares tocaba ya techo. Sólo hay que ver cómo algunos consumidores se hipotecaban con plazos de hasta 50 años.
Abusos de las Cajas en las condiciones financieras de sus préstamos
A lo largo de estos años, los usuarios han soportado condiciones abusivas en la concesión de créditos y préstamos por las Cajas de Ahorros. Este comportamiento, además de ser impropio, ha contribuido a alcanzar los ratios de mora que ahora acusan las Cajas.
- Comercialización de hipotecas de “cuota creciente”.
- Referencia a índices que gravan penosamente al consumidor, como el IRPH o el CECA.
- Otra de sus prácticas es la de introducir “suelos” de hasta el 4% en las novaciones hipotecarias. Es decir que los clientes que acuden con un problema para pagar sus cuotas reciben un aplazamiento del pago pero a costa de pagar más intereses en total y de soportar medidas gravosas como un “suelo”, que no le permitirá beneficiarse de las bajadas de tipos de interés.• Vinculación obligatoria de numerosos productos como seguros de vida o planes de pensiones para poder acceder a una hipoteca.
- Financiación con hipotecas “recargables”, que permiten obtener créditos al consumo a partir de la garantía de la vivienda que se está pagando, lo que multiplica los riesgos.
El castillo se desmorona y los fraudes afloran
La subida del euribor en septiembre de 2008 y las consecuencias de la crisis “subprime” norteamericana, resonaron como los primeros truenos. Lo peor vendría después. Con la recesión acechando, las cuotas de las hipotecas seguían cargando a los consumidores unas subidas inasumibles por estos, mientras el valor de su vivienda descendía. Empezaron a aflorar las abusivas condiciones en que se habían concedido hipotecas todos estos años, lo que se unía a las consecuencias de la crisis ya en marcha, agravando la situación de cientos de miles de consumidores. Comenzaron los impagos y en consecuencia, los embargos masivos, como recogen los datos del Consejo General del Poder Judicial de septiembre de 2008:
INCREMENTO DE EMBARGOS HIPOTECARIOS EN ESPAÑA
Los excesos tienen sus costes
Más del 31% de las sucursales de Cajas de Ahorros tendrán que cerrar en el reajuste. Y es que también han escontrolado en su forma de crecer. Entre los años 2000 y 2007, abrieron 8.829 oficinas nuevas (un aumento del 23,26%). En total, hay 24.591 oficinas de Cajas de Ahorros, 8.000 más que de Bancos.
Una gran parte de las nuevas oficinas se concentran en las ciudades españolas más implicadas en la especulación inmobiliaria: Madrid (3.189 oficinas), Barcelona (4.022) y Valencia (1.237), mientras en zonas despobladas del interior dejan a una parte de la población sin servicio: en Zamora la cobertura es de tan sólo el 70,2%, en Cuenca del 81,1% y en Teruel del 85,7%.
Pero esta expansión no ha sido sólo territorial. Las Cajas aprovecharon, al igual que los Bancos, la desregulación de los mercados financieros globales para invertir en productos derivados que atraían por su gran rentabilidad, pero a costa de un alto riesgo. Esto se tradujo en la venta indiscriminada por todas las cajas de ahorros de productos complejos y arriesgados, como ocurrió con los “depósitos” estructurados (referenciados a índices o activos de gran complejidad) o los bonos de Lehman Brothers. Resultado: miles de ahorradores defraudados por productos cuyo contenido desconocían incluso los propios comerciales.
Las “soluciones”: ayudas públicas y exprimir a los clientes
Ante este panorama se pusieron medidas desde los poderes públicos. A los 14.000 millones de euros adquiridos a bajo precio en las subastas del Fondo de Adquisición de Activos Financieros (el 70% del total ofrecido por el Gobierno), se sumarán los del nuevo fondo de reestructuración del Gobierno, que contará con 3.200 millones de euros para recapitalizar a las entidades con mayores problemas, especialmente las Cajas de Ahorros. Y es que algunas cajas de ahorros están a punto de agotar los avales del Gobierno para emitir deuda en los mercados financieros, como Caja Madrid y Caixa Galicia (a las que sólo les queda el 22,25% y el 12,59% de los avales recibidos, respectivamente), por lo que ya han iniciado la búsqueda de nuevas fuentes de liquidez en la que impera el “todo vale” a costa de sus clientes.
Las cajas vieron cómo los depósitos confiados por su clientela se situaban a principios del segundo trimestre de 2009 en 789.084 millones de euros, el 7,5% más que un año antes. Así cabe entender las últimas ofertas de productos de deuda perpetua (bajo denominaciones como “acciones preferentes”, obligaciones subordinadas”, etc.) a clientes de todo perfil, incluso los que tradicionalmente buscan seguridad.
El Plan para reestructurar las cajas ya está en marcha
El Fondo de Activos Financieros y los Avales públicos no han sido suficientes. Muchas cajas siguen cuesta abajo y desde el ejecutivo se ha puesto en marcha un Fondo para “Reestructurar y Recapitalizar” (FROB) las entidades, en particular las cajas de ahorros, que contará con tres fases. En la primera, se trataría de reestructurar el negocio de la caja afectada, reduciendo costes mediante cierre de oficinas, etc. En este sentido, es de temer que esta decisión afecte a sucursales ubicadas en zonas menos pobladas, donde el acceso al servicio bancario es más difícil para el usuario.
En segundo lugar, este Fondo prevé la fusión o absorción de cajas, que una caja “saneada” asuma a otra con pérdidas, primándose las operaciones intracomunitarias. Para ello se dará financiación a través del Fondos de Garantías de las Cajas de Ahorros, para evitar “contagios” entre entidades.
Por último, si fracasan las vías anteriores, se aplicaría el Fondo de Reestructuración, que dirigirá a reestructuración, sustituirá a los directivos y responsables y fiannciará, a través de la compra de acciones preferentes y cuotas participativas, o sea, con dinero público.
Pero además, se han barajado otras muchas alternativas: que los bancos puedan comprar activos, negocios u oficinas de las cajas; o que, por ejemplo, que se modifique la legislación para que las cuotas participativas puedan tener derechos políticos... Como vemos todos estos cambios plantean en el fondo una cuestión que debe ser contestada: ¿qué cajas de ahorro queremos?
Fusiones, ¿a qué precio?
Ya está en marcha la fusión virtual de las Cajas de la Comunidad Autónoma de Castilla y León (Caja Ávila, Caja Círculo, Caja Burgos, Caja España, Caja Duero y Caja Segovia) y las Catalanas (Sabadell, Terrassa y Manlleu). En este mismo sentido, suena la opción de que la andaluza Cajasur sea absorbida por la malagueña Unicaja. Otra forma de integración la protagonizan las 41 Cajas Rurales que han comprometido el 20% de sus recursos para darse respaldo.
Pero nadie quiere fusiones si las cajas comprometidas no están saneada, y para eso estará el Fondo de Reestructuración, creado por el Gobierno en junio, que ayudará financieramente en tales casos, pues cuenta con fondos de hasta 90.000 millones de euros...
Los ciudadanos no debemos pagar su nefasta gestión
Las cifras de malos resultados son elocuentes. Las cajas de ahorros españolas lograron un beneficio neto atribuido de 2.028 millones de euros entre enero y marzo de 2009, lo que implica una caída interanual del 23,3%, debido al mayor esfuerzo realizado en la dotación a provisiones para insolvencias y a la ausencia de ingresos extraordinarios. Como consecuencia, las cajas de ahorros destinarán en 2009 una dotación a Obra Social de 1.637 millones de euros, lo que supone un descenso del 16% respecto a los 1.952 millones de euros que destinaron en 2008, como consecuencia del deterioro de la economía.
Demostrado el fraude del modelo “social” de las cajas de ahorros.
La ciudadanía exige unas nuevas entidades financieras sociales.
La actualidad ha demostrado el carácter netamente bancario de la actividad de las Cajas de Ahorros. Nada distingue en la actualidad el modelo de negocio de la banca tradicional y el desarrollado por las cajas de ahorros. De hecho, la jurisprudencia del propio Tribunal Constitucional, ha dejado clara la naturaleza de entidades financieras, unánimemente atribuida a las Cajas de Ahorro por la doctrina, jurisprudencia y normas legales tanto internas como comunitarias.
Como señala el Tribunal Constitucional en su sentencia 49/1988, de 22 de marzo “...las Cajas no pueden tener aquella finalidad (de lucro), ni persiguen distribuir beneficios, sino que el excedente de sus rendimientos lo han de dedicar a su obra social, con lo que de nuevo vuelve a aparecer (...) carácter atípico, pues se trataría, en todo caso, de entidades sin fin de lucro, lo que ciertamente no responde al concepto tradicional de empresa”. Pese a todo la realidad es tozuda y los datos, como ha demostrado ADICAE, indican claramente todo lo contrario. La perversión y el fraude de este modelo es flagrante. Entonces, ¿qué entidades financieras necesitamos?
La noción de caja de ahorros como “entidad de crédito atípica” atiende más a la finalidad que dicen perseguir que a la manera cómo obtienen sus beneficios. Así, resulta fácil entender que actúen igual que un banco a la hora de generar ese beneficio. Pero, ¿no sería exigible que no sólo se atendiera a su “distribución final de ese beneficio” (a través de una obra social insustancial) sino al modo de captar esos recursos, evitando lesionar los derechos de los consumidores?
Los abusos que sufren los usuarios y clientes de las cajas de ahorros son habituales: prácticas agresivas de comercialización, cláusulas abusivas en contratos, publicidad manipulada, aplicación de comisiones sin control, incumplimiento de las resoluciones del Banco de España... Todo ello afecta de manera contradictoria y vergonzosa a cualquier entidad que pretenda presentarse con “carácter social”. Por ello, el nuevo modelo de “entidad financiera social” que exigimos en el futuro para las cajas de ahorros debe basarse en un verdadero modelo de negocio social, muy cercano al que practican determinadas entidades de “banca ética”. La actividad de estas entidades en el mercado bancario excluye prácticas contrarias a los derecho del consumidor como las que hemos descrito, pero además, la “banca ética” no duda en invertir con criterios socialmente responsables en proyectos sostenibles, alejados de toda especulación.
Sin duda, el vuelco que necesita el mercado financiero tras la crisis debe tomar como modelo una banca más comprometida con los ciudadanos y las clases populares. Las cajas pueden cumplir este cometido y fomentar la Inversión Socialmente Responsable (ISR), que en España, de momento, sólo representa el 0,3% del capital total invertido.