El 67% del total de la energía consumida dentro del hogar se usa principalmente para calefacción y agua caliente. Por esta razón, en caso de sustitución de las calderas de calefacción o agua caliente sanitaria se debe optar por unas de alto rendimiento, debido a su mayor eficiencia energética, lo que se traducirá en una menor factura económica.
El uso de energía eléctrica directa para la producción de calefacción en instalaciones centralizadas sólo está permitida cuando se utilicen bombas de calor, sistemas de acumulación nocturna o se combinen con energías renovables o residuales.
Para la producción de agua caliente sanitaria, la energía idónea es la solar térmica. Con sólo 2 m2 de paneles solares se puede suministrar el 60% de las necesidades anuales de una vivienda, situándose el coste medio entre los 1.500 y los 2.000 euros.
A la hora de calentar el hogar, conseguiremos ahorrar energía usando las válvulas termostáticas en radiadores y los termostatos programables. Son fáciles de instalar y ahorran hasta un 13% de energía. Recuerde además mantener su hogar a una temperatura de 21ºC en invierno, ya que es la temperatura recomendada para estar confortables en casa sin malgastar energía; y una temperatura de entre 30ºC y 35ºC para sentirse cómodo en la ducha o en el baño.
También pequeñas mejoras en el aislamiento o ensombramiento pueden conllevar ahorros energéticos y económicos de hasta un 30% en calefacción y refrigeración: los sistemas de doble ventana o doble cristal reducen prácticamente a la mitad la pérdida de calor con respecto al cristal sencillo.